El caso de Leonarda Cianciulli.
Cianciulli nació en Montella, aun siendo joven intentó
suicidarse dos veces. En 1917 se casó con un oficinista llamado Raffaele
Pansardi, sus padres no aprobaron el matrimonio pues querían que se casase con
otro hombre, por eso decía que en esa ocasión su madre los maldijo. La pareja
se mudó a la ciudad natal de Pansardi, Lauria, en 1921. Leonarda fue
encarcelada por fraude en 1927. Cuando salió de la cárcel se mudaron a
Lacedonia, pero su casa fue destruida por un terremoto en 1930. Se volvieron a
mudar a Correggio donde Cianciulli abrió una pequeña tienda, que se hizo
popular y frecuentada por sus vecinos. Leonarda tuvo 17 embarazos durante su
matrimonio, pero perdió tres de ellos a causa de abortos naturales. Diez más
murieron siendo niños por lo cual era extremadamente protectora de los otros 4
que aún vivían. Sus miedos eran alimentados por una vidente que tiempo atrás le
había dicho que se casaría y tendría hijos, pero que todos sus hijos morirían
jóvenes. En 1939, Leonarda supo que su hijo mayor, Giuseppe, se había alistado en
el ejército italiano para prepararse para la Segunda Guerra Mundial. Giuseppe
era su hijo favorito y estaba determinada a protegerlo a toda costa. Llegó a la
conclusión de que su seguridad requería sacrificios humanos. Las víctimas
fueron tres clientas suyas de mediana edad, y todas vecinas del barrio. Hay
fuentes que dicen que Leonarda también podía ver el futuro y que sus víctimas
fueron a ella en busca de ayuda. La primera de las víctimas de Cianciulli,
Faustina Setti, era una soltera que acudió a Leonarda para que la ayudara a
encontrar marido. Cianciulli le hablo de posible candidato en Pola, pero le
dijo que no le dijera a nadie acerca de la noticia. También le insistió en que
escribiera cartas para sus amigos y familiares y que ella [Leonarda] las mandaría
cuando llegara a Pola para que supieran que estaba bien.
El día que Setti iba a irse a Pola, volvió a visitar a
Cianciulli y esta le ofreció un vaso de vino con somníferos. Mientras dormía,
la asesinó con un hacha y escondió el cadáver en un armario. Cortó el cadáver
en partes y guardó la sangre en un bol. Con el cuerpo hizo jabón y con la
sangre hizo pastel de té que ofrecía a las mujeres que iban a visitarle y del
que tanto ella como Giuseppe comieron. Francesca Soavi fue la segunda víctima.
En este caso, Cianciulli, le dijo que le había encontrado un puesto de trabajo
como maestra en una escuela para niñas en Piacenzia. También le dijo que
escribiera cartas para sus conocidos, pero esta vez desde Correggio, detallando
su plan. Soavi también fue a visitarla el día que se marchaba (5 de septiembre
de 1940), ella corrió una suerte diferente, ya que fue descuartizada viva. La
última víctima de Cianciulli fue Virginia Cacioppo. A ella Cianciulli le contó
que le había encontrado trabajo como secretaria para un misterioso empresario
en Florencia. A Cacioppo también se le dijo que no le hablara a nadie sobre el
trabajo. Aquella mañana (30 de septiembre de 1940) antes de partir fue a
visitar a Leonarda e igual que Setti le dio a probar el mismo vino con estupefaciente
y la asesinó. A la cuñada de Cacioppo le empezó a parecer sospechosa la
desaparición de Virginia, pues la última vez que la vio fue entrando a la casa
de Cianciulli. Le contó sus sospechas al superintendente de la policía de
Reggio Emilia, quienes abrieron una investigación y arrestaron a Leonarda poco
tiempo después. Cianciulli no confesó los crímenes hasta que su hijo Giuseppe
comenzó a parecer sospechoso. Leonarda confesó los crímenes dando todos los
detalles posibles para demostrar la inocencia de su hijo.
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